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sábado, 3 de septiembre de 2022

El Río, núm. 40

 Dejó la editorial que viene en la revista y el enlace a la misma.

El compromiso de escribir historia regional

Creo que siempre habido razón para escribir historia, aunque no siempre han prevalecido las condiciones para ello. Por un lado, se necesita de la inquietud de conocer el fondo de las cosas y por otro lado, un público lector interesado. De manera más frecuente nos atenemos a la memoria que tenemos de los hechos, del cual hay poco cuestionamiento, particularmente si se trata de las experiencias personales. La historia rebasa la memoria del pasado y nos conmina a contextualizarla con la experiencia de los demás. La historia nos obliga a buscar verdades compartidas más que individuales. Por lo tanto, cabe aprovechar la memoria de lo ocurrido, sin detenerse ahí. Toda proporción guardada, creo que La Ilíada y La Odisea de Homero fueron escritos con el propósito de conservar la memoria sobre aquellas epopeyas griegas, una vez que su comunicación oral resultó insuficiente.La memoria del pasado y la historia se complementan, pero no se sustituyen. La memoria del pasado son los recuerdos que nos quedan, de una manera un tanto azarosa, la historia es un esfuerzo deliberado por conocer lo que en efecto ocurrió y decirlo de una manera crítica y relevante para la comprensión de los demás. La historia puede ser contada de manera oral, pero de manera escrita es como verdaderamente trasciende, de tal forma que pueda ser sometida al conocimiento de los interesados y pueda ser mejorada hacia adelante.Gran parte de nuestro pasado se ha perdido, por no haber captado los recuerdos anidados en la memoria de nuestros antepasados. El peligro sigue latente, pues dentro de nuestros contemporáneos también hay quienes conservan recuerdos que podrían mejorar la historia hasta ahora logra-da. Por lo tanto, debemos alentar la historia oral, pues se requiere compartir los recuerdos y crear una narrativa escrita que pueda ser examinada, aun cuando resulte anecdótica. Si bien, no debemos confinar la historia a la memoria, tampoco es aconsejable abandonarla. Ante la falta de información, las opiniones de algunos testigos parecen esclarecer los hechos históricos mejor que los documentos oficiales que frecuentemente dicen lo único que quieren comunicar. La historia es trasmisora de valores y hace posible conformar la memoria colectiva de un pueblo. Es posible que la historia sea ampliamente compartida, aunque haya diversas versiones de lo ocurrido. De esta manera, la historia se convierte en un factor aglutinante, que integra a los miembros de la sociedad y explica su evolución de manera razonada. Así la narrativa de hechos pasados encuentra ecos entre los lectores que pretenden una identidad social. Nos referimos a algo que va más allá de su experiencia personal. Para ello es necesario historiadores que cuestionan, más que aquellos que simplemente repiten los acontecimientos de antaño. Tal vez por su propia brevedad, la historia no es democrática. No es una historia de masas, sino de gobernantes. El problema es más serio, cuando solo podemos contar los aspectos de naturaleza circunstancial en lugar de explicar las razones que yacen detrás de sus actos.Solo escribiendo una historia explicativa de los hechos habremos de aprender no solo lo que ocurrió en el pasado sino el porqué. Todavía más, podremos comprender a los humanos detrás de los cargos públicos que ostentaron los protagonistas del pasado y por qué no, a nosotros mismos. 




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