Respeto a la autoridad
Cuando primero se reunieron los
pioneros de Mexicali, a principios del siglo pasado, se impuso el respeto a la
autoridad. El pequeño pueblo fronterizo naciente optó por reconocer la
autoridad del gobierno de México para efectos de organizarse políticamente y
salir adelante. Cabe recordar que en aquel entonces el país se encontraba
gobernado por la dictadura de Porfirio Díaz, de manera que el respeto a la
autoridad era la costumbre. A pesar de su aislamiento y de sus diferencias interpersonales,
en el pueblo de Mexicali no prevaleció la ley del más fuerte, sino el de las
instituciones.
En 1904, el nombramiento de
jueces y, posteriormente, de subprefectos dio inicio al gobierno formal en
Mexicali. Pero no faltaron escándalos en la vía pública, principalmente por
borrachos, que rompían con la monotonía del pueblo que buscaba permanecer. Las
autoridades originales no contaron con muchos recursos para imponer el orden
deseado, pues no solo disponían de poco personal y mal remunerado, sino,
además, porque no contaban con presupuesto suficiente para construir una
cárcel.
En el hogar prevaleció la
voluntad del jefe de familia, hombres en su preponderante mayoría, dotados con
fuerza física, más que con escolaridad y mejores costumbres.
Podemos especular que un valor
compartido fue su sentimiento de pertenencia a la nación. Aunque había
extranjeros en la frontera, la mayoría de estos pobladores eran mexicanos
venidos de otras partes. Hablaban el español, eran cristianos y comían
tortillas. Principalmente eran originarios de Baja California Sur, algunos de
Sonora y otros mexicanos que habían residido y trabajado en Estados Unidos de
América.
La principal lucha de aquellos
pobladores era con la naturaleza. El calor en el verano, el frio en el invierno
y la falta de agua para atender sus necesidades urbanas y rurales. Esta
situación empeoró y se hizo crítica con la inundación de las aguas del Río
Colorado a los valles de Mexicali e Imperial, de 1905 a 1907. Además de los
daños a los cultivos y la incipiente infraestructura hidráulica en el medio
rural, el poblado perdió algunas de sus manzanas, viviendas y negocios
desaparecieron junto al Río Nuevo.
A pesar de los pocos recursos
públicos que fueron destinados a Mexicali para remediar el desastre, la autoridad
del gobierno se mantuvo firme con Gustavo Terrazas, siendo subprefecto, cuando
Mexicali aún pertenecía al municipio de Ensenada. La autoridad también fue
fortalecida por la conducta del jefe político de la entidad, el coronel Celso
Vega.
El desarrollo inicial de Mexicali
se vio favorecido por el respeto a la autoridad. A pesar de su inmigración, se
mantuvo la estabilidad política. Prevaleció en el pueblo la aceptación de
aquellos que fueron designados a gobernar a sus ciudadanos, fueran estos jueces
o subprefectos. Ganó la conformidad, la subordinación y tal vez la obediencia.
Sin embargo, no hubo tiempo u otros recursos para afirmar que se trataba de un
pueblo de hombres libres, con aspiraciones de un futuro mejor.
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