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sábado, 28 de marzo de 2020

El Río, núm. 30

Revista de el centro de estudios sobre la universidad UABC, Revista de historia regional de Mexicali y su valle Año VIII , núm. 30, octubre-diciembre de 2015, dejó la editorial que viene en la revista y el enlace a la misma.


Respeto a la autoridad

Cuando primero se reunieron los pioneros de Mexicali, a principios del siglo pasado, se impuso el respeto a la autoridad. El pequeño pueblo fronterizo naciente optó por reconocer la autoridad del gobierno de México para efectos de organizarse políticamente y salir adelante. Cabe recordar que en aquel entonces el país se encontraba gobernado por la dictadura de Porfirio Díaz, de manera que el respeto a la autoridad era la costumbre. A pesar de su aislamiento y de sus diferencias interpersonales, en el pueblo de Mexicali no prevaleció la ley del más fuerte, sino el de las instituciones.

En 1904, el nombramiento de jueces y, posteriormente, de subprefectos dio inicio al gobierno formal en Mexicali. Pero no faltaron escándalos en la vía pública, principalmente por borrachos, que rompían con la monotonía del pueblo que buscaba permanecer. Las autoridades originales no contaron con muchos recursos para imponer el orden deseado, pues no solo disponían de poco personal y mal remunerado, sino, además, porque no contaban con presupuesto suficiente para construir una cárcel.

En el hogar prevaleció la voluntad del jefe de familia, hombres en su preponderante mayoría, dotados con fuerza física, más que con escolaridad y mejores costumbres.

Podemos especular que un valor compartido fue su sentimiento de pertenencia a la nación. Aunque había extranjeros en la frontera, la mayoría de estos pobladores eran mexicanos venidos de otras partes. Hablaban el español, eran cristianos y comían tortillas. Principalmente eran originarios de Baja California Sur, algunos de Sonora y otros mexicanos que habían residido y trabajado en Estados Unidos de América.

La principal lucha de aquellos pobladores era con la naturaleza. El calor en el verano, el frio en el invierno y la falta de agua para atender sus necesidades urbanas y rurales. Esta situación empeoró y se hizo crítica con la inundación de las aguas del Río Colorado a los valles de Mexicali e Imperial, de 1905 a 1907. Además de los daños a los cultivos y la incipiente infraestructura hidráulica en el medio rural, el poblado perdió algunas de sus manzanas, viviendas y negocios desaparecieron junto al Río Nuevo.

A pesar de los pocos recursos públicos que fueron destinados a Mexicali para remediar el desastre, la autoridad del gobierno se mantuvo firme con Gustavo Terrazas, siendo subprefecto, cuando Mexicali aún pertenecía al municipio de Ensenada. La autoridad también fue fortalecida por la conducta del jefe político de la entidad, el coronel Celso Vega.

El desarrollo inicial de Mexicali se vio favorecido por el respeto a la autoridad. A pesar de su inmigración, se mantuvo la estabilidad política. Prevaleció en el pueblo la aceptación de aquellos que fueron designados a gobernar a sus ciudadanos, fueran estos jueces o subprefectos. Ganó la conformidad, la subordinación y tal vez la obediencia. Sin embargo, no hubo tiempo u otros recursos para afirmar que se trataba de un pueblo de hombres libres, con aspiraciones de un futuro mejor.







 

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