Para entender los problemas a los que se enfrenta un historiador regional es que les presento este texto del mismo nombre que el titulo de esta entrada, de Sergio Ortega Noriega publicado Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, numero 28, Enero- abril 1990, PP. 35-42, les dejo el primer parrafo de la introducción y la revista competa para su consulta.
Primer párrafo: en mi labor como maestro de provincia, durante muchos años me vi obligado a enseñar la historia de México conforme a los programas y libros de texto elaborados en la capital de la República. Pude entonces percibir que, mediante este modo de enseñanza, la historia nacional resultaba tan ajena a los alumnos como la historia de Egipto o del Lejano Oriente. En efecto, el relato de la historia nacional nunca, o casi nunca, mencionaba los nombres de los lugares o de los próceres locales que eran familiares a los alumnos. Ciertamente, los planes de estudio incluían breves cursos de geografía y de historia de nuestro estado, pero tampoco aquí aparecía una articulación lógica entre la región que habitábamos y la historia de la nación a la que pertenecíamos.
Primer párrafo: en mi labor como maestro de provincia, durante muchos años me vi obligado a enseñar la historia de México conforme a los programas y libros de texto elaborados en la capital de la República. Pude entonces percibir que, mediante este modo de enseñanza, la historia nacional resultaba tan ajena a los alumnos como la historia de Egipto o del Lejano Oriente. En efecto, el relato de la historia nacional nunca, o casi nunca, mencionaba los nombres de los lugares o de los próceres locales que eran familiares a los alumnos. Ciertamente, los planes de estudio incluían breves cursos de geografía y de historia de nuestro estado, pero tampoco aquí aparecía una articulación lógica entre la región que habitábamos y la historia de la nación a la que pertenecíamos.
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