Resumen: El ensayo invita a que los historiadores consideren la importancia de la lingüística histórica y dialoguen más con los estudiosos del pasado que, con otros métodos, incurren en el periodo del México antiguo. A partir de ejemplos europeos y mexicanos, se argumenta primero, la utilidad que han tenido los estudios de nombres de lugares para escudriñar el pasado de distintas sociedades. Después se analizan los topónimos indígenas de Mesoamérica, proponiéndose que pueden ser una llave para arrojar algo de luz sobre épocas remotas. A partir de más de cuatro mil topónimos en lengua indígena, de su vinculación con determinadas lenguas y, en algunos casos, del análisis de su estructura gramatical, se propone una cronología para épocas para las que no contamos con registros escritos.
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