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sábado, 10 de noviembre de 2018

El Río, núm. 4

Revista de el centro de estudios sobre la universidad UABC,, dejo la editorial que viene en la revista y el enlace a la misma.


Editorial

HISTORIAS DE NOSOTROS


De acuerdo con el diccionario Pequeño Larouse Ilustrado, la historia es el "relato de los acontecimientos y de los hechos, dignos de memoria". Para los fines explicativos de este escrito, la definición anterior será por ahora nuestro punto de partida porque la historia es diversa en forma y fondo. Porque cambia según el lugar y el tiempo de que se trata, porque su contenido responde a diferentes expectativas, y porque quienes aquí la escribimos no contamos con muchos recursos, ni siquiera somos profesionistas en la materia.

Por su parte, un relato puede ser, también de acuerdo con el Pequeño Larouse Ilustrado, el sinónimo de un acta, exposición, historial o informe. En cuanto a la historia, el relato trata de una narración de hechos ocurridos en el pasado plasmados en un documento escrito; sin embargo, ello no descalifica a la comunicación oral, que como en el caso de los antiguos griegos nos legaron a través de Homero La Hilada y La Odisea. Porque estos poemas épicos contados de generación en generación, también contribuyen al conocimiento del pasado y, por ende, forman parte de la historia.

Por lo tanto, podemos convenir que la historia se ocupa de escritos y de testimonios orales que de alguna forma nos dicen de algo que ocurrió en el pasado. Hasta aquí, no sabemos si lo ocurrido es bueno o malo, interesante o aburrido, relevante o irrelevante para el público que habrá de leer tales escritos. Ni siquiera contamos con la seguridad de que el relato sea verdadero.

La siguiente parte de la definición es más complicada porque involucra el criterio del historiador y porque requiere que los hechos históricos sean "dignos de memoria". La dignidad aludida trata de nobleza en los modales y del respeto de sí mismo. Sin embargo, ninguna historia puede ser creíble si sólo se ocupa del avance de la civilización y no de sus tropiezos.

La memoria, nos dice este diccionario, es la "Facultad de conservar las ideas anteriormente adquiridas". Aquí pareciera que se limita a personas que gozan de esa facultad. Sin embargo, creo en una definición más amplia y más apropiada para nuestros fines.

Es decir, la adquisición de memoria no depende tanto de la capacidad de retener información de manera individual, la historia no debe limitarse a repetir lo que ya sabemos del pasado, debemos procurar completarla, y su búsqueda debe de ser colectiva.

Por lo anterior, podemos convenir que la historia se ocupa de hechos transcurridos en el pasado, que cuando menos una parte de la población contemporánea considera interesante o importante en sus vidas. Esta historia no tiene que coincidir con la oficial, donde el enfoque se centra en los gobiernos de esta gran nación. La historia que pretendemos relatar en esta revista es menos general, en ocasiones anecdótica, pero no menos importante, porque se nutre de las vivencias de gente sencilla que como usted y yo que nos sentimos como de aquí.

La crónica que promueve esta publicación es de historia regional. Dentro de ella no hay una gran civilización indígena, ni tampoco valientes conquistadores españoles. Nuestra historia se ocupa principalmente de quienes tuvieron el atrevimiento y aguante de poblar esta tierra, la que por su clima fue considerada una región hostil. Se trata de quienes trabajaron la tierra sembrando algodón, y de quienes fabricaron cerveza y la vendieron a propios y extraños en casinos y cantinas, entre las cuales brotó la canción Rosa de Mexicali. Se trata de un pueblo formado a lo largo del siglo XX, en la frontera norte de México con Estados Unidos que pretende conservar sus raíces ante la acción enajenante de la globalización presente. 

Sergio Noriega Verdugo 







 

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