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miércoles, 14 de noviembre de 2018

El Río, núm. 6

Revista de el centro de estudios sobre la universidad UABC, El Río, Año II, núm. 6, octubre-diciembre 2009, dejo la editorial que viene en la revista y el enlace a la misma.

Editorial
Pasión y razón en la historia
Si nuestro afán por la historia pretende servir a los demás. ya sea a nuestros contemporáneos o a futuras generaciones de jóvenes en busca de explicaciones convincentes sobre el inundo que les toca vivir, entonces debemos explicar los hechos pasados con base en la razón. Es decir, debemos buscar las causas o motivos que dieron lugar a los acontecimientos que juzgamos son importantes. Solamente así podremos evitar que la historia sea una mera colección de datos, personajes. batallas y fechas. 

Para que la historia sirva, ésta deberá ser producto de una búsqueda no sólo de los sucesos del pasado. sino de las ligas que los vinculan entre sí. Se trata de encontrar causas y consecuencias de hechos ocurridos que pensamos son relevantes para nosotros y para los que vendrán después. 

Sin embargo. la historia no siempre se escribe de manera inteligente. Desde luego, un problema es la falta de información de lo ocurrido y de la forma en cómo ocurrió. Quienes pretendemos hacer historia. frecuentemente nos topamos con que no contamos con la información necesaria para explicar los hechos de manera cabal. La falta de investigación y la posible controversia de los temas nos inducen, a veces. a contar una historia estéril. desprovista de la realidad: y no nos es fácil admitir esta limitación. 

Además, debemos reconocer que quienes abordamos la historia no siempre lo hacemos libres de prejuicios. Como cualquier ser humano, tenemos preferencias por ciertos personajes o pasajes del pasado. Cuando esto ocurre es fácil justificar cómo contamos los hechos porque son los que se anidan en nuestra persona y nos aportan un falso sentido de confiabilidad, por ello no es fácil encontrar evidencias que puedan cuestionar nuestras preferencias. 

La pasión con que nos ocupamos de la historia no es extraña. Nuestros sentimientos compiten con la razón y la objetividad. Si la historia ha de servir como marco de referencia para poder interpretar el presente, entonces la razón deberá ganar la batalla. Sin embargo. la pasión puede sujetar a la razón de manera caprichosa. pues nos predispone a favor o en contra de algo. Esto parece particularmente cierto, cuando nos ocupamos de la historia nacional, pues ¿qué es más emotivo que hablar de la patria? 

Sin embargo, una vez aclarado que la pasión puede obstaculizar nuestra interpretación de la historia, hay que reconocer que la pasión por descifrar el pasado constituye un gran aliciente para involucramos con el tema y así encontrar la verdad que puede brindarnos la historia. Por lo que no debemos prescindir de la pasión por la historia, si es que hemos de estar bien enterados. 

Sergio Noriega Verdugo










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