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sábado, 8 de junio de 2019

El Río, núm. 10

Revista de el centro de estudios sobre la universidad UABC, Año III, núm. 10, octubre-diciembre de 2010, dejo la editorial que viene en la revista y el enlace a la misma.


Los aniversarios y nuestra historia

La celebración de los aniversarios de la Independencia y de la Revolución no debe quedar en una complacencia nacional. Recordar a los héroes que nos dieron patria y homenajear a quienes hicieron posible el exhorto de “sufragio efectivo no reelección” puede ser bueno para la salud de un pueblo que aspira al progreso material en un contexto de cohesión, de solidaridad nacional y de justicia social. Pero eso no es suficiente.
Celebrar los aniversarios no es igual a conocer nuestra historia, y compenetrarnos en quiénes somos los mexicanos. Debemos aprovechar tanto el Bicentenario de la Independencia como el Centenario de la Revolución Mexicana no sólo para lanzar “vivas” a los héroes del pasado, gozar del colorido de juegos pirotécnicos, y presenciar la disciplina y marcialidad de los desfiles, sino también debemos conocer más de cerca los protagonistas de la historia, sus convicciones y la lucha por sus ideales. No como superhombres desprovistos de fragilidad humana y debilidades personales, sino como hombres y mujeres comprometidos en mejorar la vida de otros mexicanos.México es un proyecto de nación inconcluso. No debemos quedar al margen de su realización. La ocasión se presenta para acrecentar la integración del pueblo mexicano, y una de sus avenidas es la historia nacional. La historia que nos marca la trayectoria de un pueblo que busca superarse, aunque quizás no sepa cómo. Una historia que antepone la verdad sobre la conveniencia política. Una historia razonada en lugar de una imaginada. La historia que prefiere la cruda realidad en lugar del dogma político que anima aunque adormece.
Conocer la historia de México no tiene por qué dejarnos atrapados en su pasado. Como parece ocurre con la conquista. El triunfo de Cortés no debe interpretarse como la derrota de os mexicanos. Honremos la civilización prehispánica, sin perder de vista nuestro compromiso con los indígenas del presente.
El mestizaje podrá no ser la mejor parte de nuestra raza, pero no deja de ser un rasgo distintivo nuestro con el que habremos de vivir hasta el fin del tiempo. La confluencia del conquistador español y el pueblo indígena provocó la explotación de uno sobre el otro, pero debemos ser capaces de reconocerlo sin buscar a quien echarle la culpa y hacernos responsables del pueblo que somos.
Tampoco podemos negar nuestra cultura occidental. Pues no es menos importante que hablemos en español y seamos un pueblo cristiano
La celebración de los aniversarios nos presenta la oportunidad de acercarnos a nuestra historia. El amplio despliegue de los símbolos patrios nos recuerda que todos los mexicanos compartimos el idioma, la geografía, el pasado histórico, el presente, y, posiblemente, el futuro. De la historia debemos aprender errores y aciertos que ocurrieron y que deben servir de referencia para caminar hacia adelante.
México puede ser nuestro orgullo. ¡Seamos mejores mexicanos! 
Sergio Noriega Verdugo
 

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