Explorar el pasado
Nuestra tarea de historia debe ser la de explorar el pasado. No solo porque se trata de conocer lo que pasó, sino de encontrar su significado para nosotros y para las generaciones siguientes. No es cuestión de elevar a la historia por encima del presente; el pasado nos debe servir para comprender el presente, aunque en ocasiones no sea fácil hacerlo.
Un problema fundamental es precisar los hechos, pues frecuentemente no se dispone de la información completa y la que se tiene no es del todo confiable. En el afán de contar la historia de Mexicali y sus alrededores, es natural que uno supla esta deficiencia con una interpretación razonable de lo que ocurrió, sin contar con los elementos que convalidan los hechos supuestos.
Conforme avanza el quehacer histórico en nuestra sociedad nos volvemos cada vez más exigentes de su calidad. Una manifestación del progreso es el considerable número de libros que se han escrito en los últimos años sobre la región, y los diversos aspectos que ellos abordan. Otra tiene que ver con el hecho de que hay un público más numeroso de lectores interesados, algunos de los cuales no comparten el mismo punto de vista que tienen los escritores. Pero este aspecto debe ser visto de manera positiva y no permitir que las divergencias obstaculicen el trabajo por construir una historia verdadera sobre Mexicali.
También es natural que entre más datos y testimonios se tengan del pasado, más difícil será contar con una interpretación que les dé cabida a toda la información disponible. Parte del problema es que no todos los investigadores tienen acceso a las mismas fuentes. Nuestras bibliotecas y archivos requieren de mayores ingresos y organización como para depurar el material que manejan y clasificarlo debidamente. La información mejor organizada, entre otras cosas, podrá alentar la investigación de aspectos menos conocidos de nuestro pasado, pero tal vez, no menos importantes.
El conocimiento de los hechos ocurridos desde que se comenzó a poblar nuestra ciudad es sin lugar a duda un aspecto fundamental. Así lo demuestra la característica positiva de las ciencias. Pero no es suficiente. Los hechos no siempre hablan por sí solos, en ocasiones se requiere de una explicación para poderlos comprender y apreciar su justo lugar en la historia, por tanto, su interpretación no debe ser desdeñable. Pero no hay garantías de que las explicaciones sobre los acontecimientos del pasado siempre constituyan la verdad.
Finalmente, cabe reconocer que una interpretación de los hechos es mejor que ninguna. Que cualquiera que sea la explicación, no tiene porque ser la última palabra. Que el proceder de la ciencia siempre va acompañado de su cuestionamiento. Que mientras seamos objetivos y razonables, contamos con lo necesario para explorar nuestro pasado.
Sergio Noriega Verdugo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario