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viernes, 14 de junio de 2019

El Río, núm. 13

Revista de el centro de estudios sobre la universidad UABC, Año IV, núm. 13, julio-septiembre de 2011, dejo la editorial que viene en la revista y el enlace a la misma.


La necesidad de la interpretación histórica 


Conforme avanzamos en el quehacer de la historia regional, más importante se hace contar con interpretaciones de lo acontecido. Con el paso del tiempo es natural y positivo que busquemos y encontremos más información del pasado, pero por bueno que esto sea no será suficiente como para crear una historia que nos permita conocernos mejor y hacerla nuestra carta de presentación ante todos los demás. Si la historia regional fuese igual a la de otras partes de México o del mundo, no tendría mucho sentido nuestra exploración del pasado.
Pero si en cambio, en algo somos diferentes a los demás es nuestro derecho y aún más, nuestro privilegio de manifestar quiénes somos y qué hemos hecho a través del tiempo para ser lo que somos en la actualidad. Por tanto, cabe continuar con la búsqueda y preguntar ¿qué papel han jugado nuestros próceres?, ¿dónde encaja nuestra historia regional dentro de la historia nacional? y ¿por qué no? dentro de la historia universal. Pues somos seres humanos con tanta dignidad como los demás, aunque nuestro pasado sea un tanto más breve.
Para que la historia sirva a la sociedad a la que pertenecemos tendrá que ser relevante. La simple recolección de datos históricos no bastará. Esta podrá ser entretenida, curiosa e interesante pero no dejará de ser un rompecabezas antes de que pueda dar fruto. La recolección de datos no ayudará a resolver nuestros problemas ante el mundo globalizado en que nos toca vivir ahora. Un mundo que hace pensar que el pasado no cuenta. Conocer algunos hechos del pasado nos permitirá platicar de relatos menores, solo anécdotas del pasado, desvinculados de la sociedad moderna. Satisfacer la nostalgia por el pasado no debe ser nuestra prioridad.
Si bien la recolección de información deberá continuar, debemos considerar que la interpretación de los hechos nos ayudará a encontrar la información más pertinente. Pues no puede ser que todos los datos del pasado sean iguales de importantes; y por ello la explicación racional de los acontecimientos ayudará a precisar la información requerida.
Se trata, pues, de que nuestra aportación a la historia regional nos ayude a reconocernos y a explicarnos cómo somos y por qué. La historia no debe de circunscribirse a los hechos en que únicamente los viejos le encuentran sentido; la historia regional deberá servir a nuestra juventud que necesita saber de su identidad y pertenencia. Ello, desde luego, incluye lo positivo y negativo de nuestra corta existencia y de los juicios que de ella emanen.
Es necesario crear una historia regional veraz y compartida; una historia a prueba de la objetividad, aun y cuando los criterios puedan variar, pues sólo después de someterla a la crítica podremos aquilatar su pertinencia y su verdad. Cuando así sea, la interpretación de la historia regional será motivo de sana controversia. Pero la crítica de unos y la defensa de otros pondrá a prueba las diferentes tesis, y es de suponer que nos acercaremos a la verdad, que a fin de cuentas nadie puede eludir. 
Por otra parte, no se trata de un juicio sumario y permanente, pues conforme pasa el tiempo no solo cambia la información disponible con que se hace la historia, sino también los valores con que ésta es enjuiciada.
Sergio Noriega Verdugo




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