Bondades y retos de nuestra historia
En todo tiempo conviene conocer la historia, pero más ahora. La historia nos dice que no estamos solos, que formamos parte de la familia humana. Que tenemos un pasado y que nos encontramos forjando un futuro. Que nuestra familia lleva por nombre México. Que los miembros de la familia mexicana cumplimos dos aniversarios este año: el de la Independencia y el de la Revolución.
Creemos, así como dijera el poeta y humanista británico Alexander Pope (1688-1744): “el estudio adecuado de la humanidad es el hombre”, y los hombres y las mujeres tenemos historia que contar, que platicar, y que comentar por todo aquello que buscamos darle sentido a nuestras vidas y a la de nuestros contemporáneos.
Somos parte de la humanidad y contamos con personalidad propia. Nuestra cultura es producto de una mezcla de sangre indígena y europea. Gozamos de un diverso y rico folclor. Nuestro idioma es el español y nuestra religión es cristiana. Somos un país de más de cien millones de habitantes, en menos de dos millones de kilómetros cuadrados. Contamos con desiertos y lugares tropicales, altiplano y cordilleras, y nuestras costas están bañadas por dos mares.
Y después de tres siglos de ser colonia de España, México se independizó. Quienes se sacrificaron para darnos patria merecen ser recordados, honorados y homenajeados; y nuestra conducta ciudadana debe constatar que somos merecedores de aquel triunfo. Es decir, no sólo debemos aplaudir sino trabajar en concierto para realizar las expectativas de un pueblo que valora su independencia.
No obstante, cien años después de iniciada la guerra de la independencia, los mexicanos iniciamos la revolución. Pero aun terminada la dictadura bajo el lema de “sufragio efectivo no reelección”, afloraron las diferencias y con ello continuó la violencia entre hermanos. Por eso tampoco debemos olvidar las heridas, las vidas perdidas o frustradas y los daños materiales que ella ocasionó.
Ante este marco de referencia, debemos reflexionar sobre el México que queremos construir. Debemos aprender del pasado. Debemos ser capaces de resolver nuestras diferencias ciudadanas y crear los derroteros que anhelamos alcanzar. Debemos crear una sociedad tolerante, capaz de combatir las desigualdades y, al mismo tiempo, aceptar nuestra pluralidad de nación, para que la historia diga de nosotros que fuimos mexicanos responsables y humanos.
Sergio Noriega Verdugo
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