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miércoles, 19 de febrero de 2020

El Río, núm. 24

Revista de el centro de estudios sobre la universidad UABC, Revista de historia regional de Mexicali y su valle Año VII , núm. 24, abril-junio de 2014, dejó la editorial que viene en la revista y el enlace a la misma.

El Río es una publicación trimestral de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C. en coedición con la Universidad Autónoma de Baja California para la divulgación histórica regional sobre el municipio de Mexicali, Baja California, México.


La tierra y el agua

Las raíces de nuestra cultura están ligadas a la tierra que pisamos. La geografía es parte de nuestra identidad, la clase de pueblo que somos es producto de nuestra lucha por sobrevivir. El carácter de nuestra gente venida de diversos lugares se encuentra esculpido por el deseo de vivir aquí. Nuestra historia es corta, apenas poco más de un siglo; Mexicali nació en los albores del siglo veinte. Nuestros indígenas primitivos no pudieron más que sobrevivir en esta inhóspita región. El llamado desierto sonorense no daba suficiente para comer. No obstante, sus suelos eran fértiles, pues las inundaciones del caudaloso Río Colorado dejaron aluvión de arcilla y limo a lo largo de miles de años. Pero la tierra, privada de lluvia, produjo una flora natural raquítica, consistente de plantas desérticas como el mezquite, palo fierro y arbustos, ninguna de mucho valor.

Sin embargo, la canalización del Río Colorado dio a los valles Imperial y Mexicali la oportunidad de producir riqueza, y ello fue el detonante de nuestro desarrollo. Claro está que la agricultura regional requirió primero desmontar las tierras y nivelarlas. El agua tenía que ser conducida por canales para regar las parcelas. Primero hubo que crear infraestructura hidráulica capaz de sostener agricultura permanente. Después llegaron el ferrocarril y los caminos. Además de la inversión que todo esto representó, provocó la inmigración de personas de otros estados, como Baja California Sur y Sonora, y de otros países como de Estados Unidos y China.

Las primeras personas que llegaron a Mexicali, aunque materialmente pobres, no sólo proporcionaron la mano de obra para transformar el desierto, sino también las habilidades, conocimientos, hábitos y costumbres. ¿Cómo pensaban, cuáles eran sus preocupaciones y sus esperanzas de alcanzar la felicidad? No sabemos, pero a pesar todas de sus limitaciones, cualquiera que estas hayan sido, ayudaron a conformar la cultura que ahora consideramos nuestra. 

La tierra nos identifica, somos de aquí, aunque hayamos llegado de otros lados. La tierra con el agua engendró cultivos que nos proporcionaron un nivel de riqueza no desdeñable. Aquí trabajaron nuestros padres. Aquí se han formado nuestros hijos y sus descendientes. Aquí es donde pertenecemos.

La vida se hizo posible aquí por el agua. El agua hizo posible una agricultura de riego de gran escala, importante para todos nosotros y para Baja California. Pero el agua también se ha convertido en sostén de nuestra ganadería, de nuestra pesca, así como de nuestra industria y, por supuesto, de nuestros servicios. Tanto el crecimiento poblacional como el económico han aumentado su consumo de este valioso recurso. Su cantidad demandada es creciente pero su disponibilidad, sujeta al ciclo hidrológico, es limitada. Estamos conminados a sacrificar unos usos por otros.

Seguimos aquí junto a la tierra y dependientes del agua, aunque el clima desértico sea el mismo. Estas tierra y agua que llamamos nuestras, constituyen el patrimonio formado a través de la historia, por ello confronta a esta generación a administrarlas mejor.
Sergio Noriega Verdugo






 

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