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jueves, 20 de febrero de 2020

El Río, núm. 25

Revista de el centro de estudios sobre la universidad UABC, Revista de historia regional de Mexicali y su valle Año VII , núm. 25, julio-septiembre de 2014, dejó la editorial que viene en la revista y el enlace a la misma.

El Río es una publicación trimestral de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C. en coedición con la Universidad Autónoma de Baja California para la divulgación histórica regional sobre el municipio de Mexicali, Baja California, México.

Geografía e historia

Hurgar en el pasado obedece más que a la nostalgia, también es manifiesto del querer conocer más sobre nuestra identidad. Y esta búsqueda que encierra nuestra historia es además un reflejo de querer saber no solo quiénes somos sino el porqué de o qué somos. Sabemos que la humanidad tiene razas y culturas distintas que ayudan a explicar la conducta de pueblos diversos, la nuestra tiene lo suyo. Pero no es solo por cuestiones de geografía que los pueblos del mundo sean diferentes, sino también porque el tiempo nos cambia a todos de maneras diferentes. Preguntarnos de dónde venimos y qué nos ha pasado en el devenir histórico responde a cómo se ha conformado nuestra cultura. De ahí que nos parece aconsejable asomarnos a las diferencias étnicas, de idiomas, credos religiosos, costumbres y el cambio social.

Nuestro pueblo nació en el desierto, aislado del resto del mundo. Debido a la adversidad de su clima y a la falta de infraestructura hizo de nuestros primeros agricultores trabajadores perseverantes y ambiciosos. A la geografía también debemos que Mexicali sea un pueblo joven, de poca historia. Sin embargo, sus pioneros no solo abrieron las tierras de cultivo, luchando contra los elementos, sino sobrevivieron y fueron capaces de crear un patrimonio para sus hijos.

Por otra parte, la misma geografía nos bendijo con el Río Colorado. Sus caudalosas aguas y sus milenarias inundaciones depositaron el limo y arcilla que hizo del delta del Río Colorado una tierra fértil. Sus prodigiosas aguas nos han permitido saciar la sed de incontables bocas y plantas que hacen nuestra vida posible.

Aún más la geografía y la historia se han confabulado para hacer de este lugar una frontera. Después de la guerra entre 1846 y 47 con Estados Unidos, en la que México perdió los territorios de Texas, Nuevo México, y la Alta California, se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848, mismo que delimitó nuestra frontera, tomando como referencia la confluencia del Río Gila con el Colorado.
Desde un principio, la frontera ha influido sobre los que aquí vivimos. Como toda frontera denota un límite sobre lo que podemos llamar nuestro y lo que corresponde ajenos. Pero este límite va más allá de lo inmediato, pues se trata de los confines de la patria, e involucra a dos naciones enteras. Esto hace que la delimitación geográfica rebase una situación de vecinos y se convierta en la competencia de dos gobiernos federales, con sus respectivas sedes curiosamente alejados de la propia frontera. 

Primero se creó la frontera y después se formó el pueblo.  Por ello, su influencia, a pesar de lo cambiante, nunca ha dejado de existir. La frontera es una característica esencial de quiénes somos. La frontera esta inserta en nuestra acta bautismal. La historia de Baja California está intrínsecamente ligada a esta característica geográfica.  Una muestra de ello fue la introducción de aguas del Río Colorado al Valle Imperial, que dio inicio a Mexicali.

La frontera dio principio al comercio regional y estrechó los lazos de las comunidades. La complementación era lógica entre un país desarrollado y otro con aspiraciones de serlo.

Sergio Noriega Verdugo

 




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