desde hace algunos años, un número creciente de historiadores se interesa por las imágenes y por el arte, campo de investigación de habitual competencia de los "historiadores del arte". Esta evolución de las prácticas : del historiador tiene evidentes consecuencias para ambas disciplinas. Ensancha el "territorio del historiador" y apremia a este último a reflexionar sobre los objetos o valores, en particular sobre el valor estético que no suele tomar en cuenta. Dicha evolución conmina por su parte al historiador del arte a interrogarse por las adquisiciones y el porvenir de su propia disciplina y, acaso a la inversa de las nuevas exigencias a las que se ve confrontado el historiador, por la dimensión social de las obras de arte.
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